El
cerebro es una máquina fascinante. Cuando te ejercitas, los cambios químicos y
morfológicos en su estructura son evidentes. Gracias a la neurociencia ya podemos entender qué le pasa al cerebro
con el ejercicio, de qué manera levantar pesas, trotar o correr cambian este órgano.
Según un estudio de Terry McMorris y Beverley J.
Hale, miembros del Departamento de Deportes y Ciencias del Ejercicio de la
Universidad de Chichester, West Sussex, existe
un umbral fisiológico y bioquímico inducido por el ejercicio que desencadena
una optimización en el funcionamiento cognitivo. [1]
Es decir, cuando hacemos ejercicio nuestro cuerpo libera
catecolaminas (adrenalina, norepinefrina y dopamina) y ácido láctico. Estás sustancias trabajan juntas para
aumentar la respuesta cognitiva del cerebro en situaciones de estrés muscular.
Cuando el estrés es bajo, el rendimiento cognitivo
es directamente proporcional, pero cuando sube moderadamente, los receptores
adrenérgicos (complejo molecular encargado de recibir las señales de adrenalina
y noradrenalina) se activan y las funciones
neuronales se optimizan.
Además, los cambios perduran durante un tiempo. Cuando
liberamos hormonas como la testosterona, el cortisol o las endorfinas en
general, el estado de relajación puede durar varias horas dependiendo de qué
tan duro fue el entrenamiento.[2]
Estos efectos, los cuales reducen el estrés, la
ansiedad y logran relajar el cuerpo en un plano general, se vuelven más
frecuentes a medida que haces más ejercicio.
Cuando practicas deportes o ejercicios que hacen que tengas que pensar en
la postura, la respiración o que tengas que tomar decisiones, estos mismos
hacen que aumenten los niveles de concentración en el cerebro. Este efecto, así como la
electroestimulación muscular, perdura hasta por dos días.
También, la neuroplasticidad, que hace referencia a
la capacidad del sistema nervioso de adaptar su estructura y funcionamiento
según lo que estés experimentando en tu vida, se activa cuando haces ejercicio. Aprender nuevas rutinas, posturas y ejercicios estimula tu cerebro de
tal manera que las estructuras neuronales se modifican conforme aprendes.
De igual manera, el ejercicio favorece la neurogénesis, el
proceso en el que se crean nuevas neuronas y células gliales que optimizan la
capacidad de respuesta cerebral.
¿Has escuchado hablar de las neuronas espejo? Se
trata de aquellas que activan el
instinto de imitación, algo que sucede cada vez que ves a alguien (ya sea
tu compañero de práctica o entrenador) hacer un ejercicio, en este instante tu cerebro logra reproducir fielmente el ejercicio que
te han explicado previamente.
Al mismo tiempo, el sistema límbico es capaz de
interferir dentro de la coordinación y la respuesta motora del cuerpo en
determinadas situaciones en las que estás compitiendo. En resumen: no es lo
mismo ejercitarte solo a medirse con un compañero. Tu desempeño depende, no
solo del entorno, sino de tu mente.