Nutrición
¿Qué comer de acuerdo con tu edad?
Aprende a alimentarte según lo que tu cuerpo necesita en cada etapa de la vida.
Las ‘ganas’ de pecar con la comida son bastante frecuentes, sobre todo, bajo estados de ansiedad o de estrés. Te retamos a controlar esos antojos con los siguientes tips.
Que levante la mano la primera persona que nunca ha sentido el deseo inexplicable de comerse un chocolate, un helado o unas papas fritas un día en el que se sienta triste, angustiada o deprimida. Culpables somos todos.
Y, la verdad, es que acudir a los alimentos para sentirnos mejor es bastante común. Podría decirse que es casi que una respuesta automática del cerebro asociar la comida con la sensación de felicidad, ya que el simple acto de comer estimula la producción de hormonas como la dopamina, la cual está estrechamente ligada con el bienestar y el placer.
No obstante, caer en el círculo vicioso de comer en exceso o de picar chucherías solo porque estamos aburridos o con muchas preocupaciones, puede tener graves consecuencias para nuestra salud en el mediano y largo plazo, tales como sobrepeso, problemas de azúcar, colesterol alto en la sangre, hipertensión, insomnio, cansancio, entre otros.
Para evitar que el jueguito de los antojos pase a ‘mayores’, sigue estas recomendaciones para darle, de una vez por todas, el ‘jaque mate’ a esos caprichos culposos.
Consejos para combatir los antojos
1. Identifica si tienes hambre física o emocional
Este es el tip más importante de todos. Cuando hay hambre física, por lo general la sensación aparece poco a poco y se va manifestando con rugidos en el estómago, falta de concentración, tembladera en las manos, sensación de debilidad y hasta dolor de cabeza. En los casos de hambre real, no hay ninguna urgencia por comer un alimento en específico; una fruta, queso, jamón, batido, vegetales o carbohidratos pueden ayudar a mitigar el apetito.
Cuando hay hambre emocional sucede todo lo contrario: las ganas de comer aparecen repentinamente, y ese deseo viene con nombre y apellido: torta de chocolate, hamburguesa con papas, etc. Aquí no hay señales físicas, solo un momento fugaz emocional que pone a la mente en un juego de ‘lo quiero y lo necesito ya’.
En estos casos, es muy útil dar un paseito, comerse un chicle o distraerse por un corto periodo de tiempo, con el objetivo de alejar los pensamientos de esa necesidad de comer ‘porque sí’.
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2. Toma mucha agua
Muchas personas confunden el hambre con la sed, así que, si te ruge la panza, un buen punto intermedio antes de ‘acabar’ con la nevera, es tomar un vaso de agua, ya sea fría, tibia, caliente, en té, como quieras. Si después de beber líquido, todavía sientes un hueco en el estómago, probablemente, ya sea hora de comer algo.
3. Ingiere más proteína
Sabemos ya que la proteína te hace sentir saciado por más tiempo y que, además, te da un push metabólico y un shot prolongado de energía. Procura aumentar la cantidad de proteína que comes a lo largo del día para tener bajo control esos antojos.
Si el consumo de alimentos proteicos lo combinas con actividad física moderada, tendrás una fórmula ganadora: más músculo, más endorfinas, más felicidad, y adiós ansiedad.
4. Kit salvavidas para evitar las chucherías
Si los otros consejos no funcionan y, definitivamente, sientes que necesitas comerte un chocolate sí o sí, entonces, opta siempre por la versión saludable del antojito. En vez de una snickers, mejor cómete una barra de 70 por ciento cacao, o si quieres un helado, busca un yogur griego sin azúcar y añádele arándanos. Si te matan las papas fritas, consigue unas libres de grasas trans o elige más bien nueces con sal marina.
Lo ideal es que, cada vez que ataque el hambre, tengas a la mano opciones sensatas, que tengan un valor nutricional óptimo y que te alejen de tomar malas decisiones alimentarias.
5. Planea un ‘cheat meal’
Este tip resulta útil para muchas personas porque la sola idea de poder comerse una hamburguesa con malteada todos los sábados, los ayuda a mantenerse juiciosos y motivados durante el resto de la semana.
Ojo: no se trata de que cada vez que llegue la hora de tu ‘comida trampa’, pierdas la cabeza y comas más de lo que tu cuerpo puede soportar. El objetivo de esta práctica es aprender a vivir en balance, alimentándote el 70 por ciento de tu tiempo de manera equilibrada y disfrutando, de vez en cuando (en un 30 por ciento), de esas pizzas, pastas, quesadillas y tortas en compañía de tus seres queridos.
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